lunes, 15 de septiembre de 2014

Barbarie

El termino "bárbaro" procede del griego. Bárbaro era aquel que no hablaba griego y, por tanto, aquel que estaba imposibilitado para compartir la cultura griega, que se expresaba en el lenguaje. Teniendo en cuenta que aquellos que no hablaban griego eran los que vivían fuera de las fronteras de la Hélade, los que no habitaban en la polis y que, según nos dice Aristóteles, el que vive fuera de la polis es, o mas que un hombre (un dios) o menos que un hombre (una bestia), pero no un  hombre, los bárbaros no eran considerados hombres. Como tampoco cabe pensar que se les creyese dioses, llegamos a la conclusión de que eran considerados bestias.
Lo que nos interesa de esta reflexión son dos cosas: que la barbarie era caracterizada como lo opuesto a la cultura, desde el momento en que el bárbaro era el que no compartía la cultura de los griegos , y que el bárbaro no era un ser humano, de lo cual se deduce que la cultura, aquello que los bárbaros no poseían, era lo que caracterizaba a los seres humanos -y por eso los bárbaros no eran humanos-. Como decíamos estas dos características son las que nos interesan porque son las que se exportan o se transmiten al pensamiento contemporáneo. Así, en la actualidad, podemos considerar que la cultura es todo aquello que permite el desarrollo humano -algo derivado de la vieja Paideia griega- y, de consiguiente, la barbarie seria aquello que no permite el desarrollo de los seres humanos, lo que obstaculiza la humanización, la impide o simplemente la niega.
Es importante tener en cuenta esta significación de la barbarie por dos razones. La primera es que la barbarie es un concepto cultural o sociológico, no moral -o al menos no meramente moral: será moral en tanto que sociológico-. Así no es correcto identificar o comparar sin más la barbarie con el mal. Si tomamos como ejemplo uno de los mayores actos de barbarie que ha conocido la humanidad, el exterminio del pueblo judío por parte de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, llama la atención comprobar como sus responsables no serían, en general, calificados como malas personas: buenos padres y maridos, individuos cultivados, conocedores de la gran música y la gran poesía alemanas, la sorpresa para los tribunales que los juzgaron tanto en Nüremberg como, posteriormente, en Jerusalén, es que no se encontraban ante monstruos sin entrañas, ante psicópatas o sociópatas, sino ante probos funcionarios que se habían limitado a acatar las ordenes que recibían.
La segunda razón a que nos referíamos es que, si barbarie es todo aquello que deshumaniza al hombre, lo que impide su pleno desarrollo como ser humano, entonces cualquier manifestación cultural o cualquier estructura o relación social que impida esta universalización de la humanidad puede ser considerada bárbara aunque, y esto es lo importante, se caracterice a si misma como manifestación o estructura cultural. En tanto en cuanto lo humano es universal, cualquier manifestación cultural que tenga por objeto cercenar esa universalidad, cualquier manifestación cultural que tenga por objeto una particularización de aquellos que la practican y, por lo tanto, marcar una diferencia con respecto a aquellos que no forman parte de esa "cultura" es, por ello mismo, un acto de barbarie. Es por ello que la gran cultura alemana del siglo XIX acabo siendo bárbara, porque sirvió para enaltecer el espíritu alemán y segregar a aquellos que no formaban parte de ella. De ahí que Walter Benjamin afirmara que "cualquier manifestación cultural es una muestra de barbarie". De la misma forma la cultura es cultura a secas, y cualquier cultura con adjetivos no es mas que barbarie. No hay, entonces, cultura pop, ni subcultura, ni culturas catalanas ni españolas, ni cultura juvenil ni, sobre todo, ahora que se hablar tanto de ella, cultura de clase. En el fondo, como dijo Benjamin, no son mas que muestras de barbarie.

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