jueves, 16 de noviembre de 2017

Vieja Patria


A mí la patria me huele a naftalina,
a sangre de toros y toreros y a mierda de caballo,
me huele a blanco y negro y a brasero,
me huele a patatas hervidas y a tocino rancio,
a danzas olvidadas y a canciones imposibles.
A mi la patria me huele a lo de siempre,
me huele a lo evidente,
pero yo no tengo la culpa de que los patriotas no se modernicen.
No tengo la culpa de que la patria sea una antigualla
que solo existe en mentes carcomidas
por el polvo de los siglos y de las hazañas.
A mí la patria no me sabe a nada
por eso prefiero apartarla y comerme la vida,
la patria la dejo para los que están a dieta
de libertad y de sabiduría.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Palabras


Se habla tanto que de tanto hablar
ya nada de lo que se dice tiene sentido.
Palabras que brotan de las bocas
como torrentes de agua desbocada
que ahogan los pensamientos y anegan la semántica.
Sintaxis bastardas
de letras reducidas a la nada,
bocas que no conocen el silencio
y muestran filas de dientes prestos a morder.
Sonidos que ensordecen
a unos oídos sordos de antemano
y rebotan en los cráneos
vacíos como pulidas cajas de resonancia.
Palabras que vuelven y regresan,
palabras que ya aburren,
que hastían, que revuelven el estómago.
Palabras repetidas tantas veces
que las lenguas han tomado ya su forma.
Palabras que no callan
por más que calle el aire que las lleva.

martes, 14 de noviembre de 2017

Muertos vivientes


Solo veo cadáveres
encantados de haberse conocido.
Cadáveres encantados de ser cadáveres
que ven a otros cadáveres
en las tertulias políticas de la televisión.
Cadáveres pegados a una pantalla
como las moscas se pegan a la luz
y gritan con sus voces de cadáveres.
Cadáveres que ocupan su espacio cadavérico
decorado con muebles de diseño sueco
que se miran a través de las ventanas
y las cierran
para no reconocer sus propios epitafios.
Cadáveres que engendran cadáveres futuros
a los que cadáveres presentes
enseñarán a ser cadáveres de bien,
responsables cadáveres
orgullosos de su patria de ultratumba.
Cadáveres que ven pasar la vida
por delante de sus miradas muertas,
que giran la cabeza, despreciándola,
y le muestran su descarnada espalda.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Sexos

Los sexos no son sexos.
Son grafitis en un muro
o sellos en un papel oficial.
Sexos firmados y timbrados
húmedos de pintura roja.
Sexos que limitan con otros sexos,
sexos fronterizos
que se funden y se confunden.
Sexos convertidos en sintagmas,
adornos de una noticia del periódico.
Sexos desarticulados
como artículos de una normativa.
Sexos fríos como la teoría que los despoja de su esencia.
Sexos que olvidan el placer
y se refugian en la palabrería.
Sexos que ahuyentan su propia geografía
y se transforman en identidades.
Sexos que han dejado de ser sexos:
son ideas abstractas y objetivas.

sábado, 11 de noviembre de 2017

Rostros

Los rostros
se reflejan en los espejos del asfalto.
Miradas perdidas.
Pasos perdidos.
Vidas perdidas.
Todo lo opinable ha sido ya opinado
y no hace que nos sintamos mejor.
El conocimiento de los que somos
sigue oculto bajo el velo mugriento de las ideas.
El ruido fácil e ignorante
golpea los cerebros hasta tornarlos cáscaras vacías.
Las palabras dejan de tener sentido
cuando solo hay palabras.

viernes, 30 de junio de 2017

La posizquierda

La RAE ha decidido incluir el término “Posverdad” en su diccionario. Aunque el término es nuevo, el concepto es realmente antiguo. Tiene su origen en los sofistas –Platón les criticaba que, con la Retórica que enseñaban, pretendieran hacer pasar por verdad lo que no lo era- y fue materializado por Goebbles cuando dijo que una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad. El caso es que a mí la posverdad no me importa demasiado, pero aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, yo también he inventado un término: la posizquierda. La posizquierda es como la izquierda, pero más moderna: es la izquierda de aquellos que consideran que la izquierda de antes no es verdadera izquierda así que cuando se dicen de izquierdas y a la vez se ven forzados a decir que antes no había izquierda porque la verdadera izquierda es la suya se están moviendo en el ámbito de lo “pos”: la posizquierda. Así que ya no hay derecha e izquierda: ahora hay posizquierda y derecha-de-toda-la-vida. El que no comparte los postulados de la posizquierda es de derechas-de-toda-la-vida. Aunque sea de izquierda de la de antes.
            
Lo que más llama la atención de la posizquierda es su fervor religioso. Es más, la característica central de esta posizquierda es que es una religión al uso. De esta manera comparte los caracteres de cualquier religión. Es dogmática, pues se considera a sí misma en posesión de la verdad absoluta mientras todos los demás –la derecha-de-toda-la-vida- están siempre equivocados. Lo cual la recubre de la tranquilidad de espíritu necesaria para poder mirar desde las alturas de las gradas del paraíso, mientras otros se pudren en el infierno de su propia ignorancia. Es maniquea, pues establece una distinción neta entre en bien y el mal. Ella, lógicamente, es el bien, mientras que el resto son el mal. Los que comparten sus posturas son los buenos y los que no son los malos en una lucha eterna entre el bien y el mal en la que ellos están destinados a vencer; herejes que deben ser condenados por la posinquisición de las redes sociales. Tiene una raíz mítica, pues predica una vuelta a la naturaleza, a la creación divina y considera que todo lo que atenta contra esa unión espiritual entre individuo posizquierdista y naturaleza es un pecado que debe ser extirpado de raíz. Y por supuesto, como todas las religiones, tiene su panteón y su santoral. Un santoral tan heterogéneo que incluye a personajes como Nicolás Maduro, el Papa Francisco, Slavoj Zizek o Gloria Fuertes, la última en subir a los altares. Todos ellos bajo el manto protector de la divinidad Pablo Iglesias.

Este fervor religioso de la posizquierda se muestra también en su afán de universalidad, en su ecumenismo. Un afán de universalidad que no se limita a la izquierda –ya hemos dicho que, o estás en la posizquierda o eres de derechas-de-toda-la-vida- sino a todos los ámbitos de la vida. La posizquierda es la representante del pueblo –el pueblo elegido- que solo es pueblo si además es de posizquierda, porque si no, deja de ser una agrupación humana y se convierte en el infiel, malvado y equivocado al que hay que combatir sin cuartel. De esta forma el que no milita en la posizquierda no es que sea de derechas-de-toda-la-vida, es que no es. Ya no se trata de estar con nosotros o estar contra nosotros, se trata de estar con nosotros o no estar. Y por último, y por si no fuera bastante, como buena religión la posizquierda se empeña en negar toda libertad individual: todo lo que no coincida con sus criterios de lo decente y lo correcto debe ser prohibido. Hasta tal punto, que uno ya se pregunta dónde quedó aquello tan bonito de prohibido prohibir.